Victoria y el estrés preparando San Valentín
En nuestro colegio,
San Valentín es una tradición donde tanto alumnos, profesores y
empleados del centro se envían cartas, piruletas, canciones, etc.,
para demostrarles todo su cariño y amor. Los alumnos de año 12 lo
organizamos todo para hacerles llegar a los demás todo aquello que
les han enviado. Cada deseo que solicitan los alumnos tiene un
pequeño coste solidario que sirve para ayudar a UNICEF. Son tantas
las personas que solicitan el envío de algún producto, que se
requiere un gran trabajo y muchas horas libres para que sea eficiente
y para cumplir todo aquello que nos han encargado.
El trabajo lo
empezamos nada más volver de las vacaciones de navidad. Se creó una
hoja de registro de peticiones en las que los alumnos nos indicaban a
quién iba su petición y qué es lo que querían y junto a esto nos
adjuntaban el dinero que correspondía. Las peticiones por persona
son ilimitadas, pues pueden solicitar lo qué quieran, las veces que
quieran y a quién quieran.
Las dos primeras semanas no había gran
cantidad de solicitudes, mas el trabajo de todos los alumnos de año
12 era superior a estas. Al ver que no se requería tantos corazones,
el trabajo de recortar corazones disminuyó, pues solo se necesitaba
gente escribiendo los mensajes y administrando el dinero recogido.
Sin duda, lo más costoso era la organización y la administración.
Esto consistía en que todo lo que se nos hacía llegar, se pasaba a
una libreta para que no se perdiera ninguna petición o no hubiera
ninguna confusión. No todo el mundo podía hacerse cargo de la
administración, pero sí que la mayoría podía hacerse cargo del
recorte de los corazones. A medida que la fecha límite se acercaba,
cientos de peticiones nos iban llegando y el trabajo se nos
acumulaba. Faltaban, al menos, dos pilas de peticiones que se debían
pasar a la libreta, cartas por decorar, la escritura de los mensajes…
pero lo más dificultoso venía con los alumnos más pequeños. No
todos entendían qué debían pagar y si no contábamos el dinero
antes de hacer el traspaso de la información, muchas veces no
coincidía los que habían pagado con lo que querían. Esto nos
supuso un problema añadido, porque no podíamos adelantar trabajo ya
que había que ir alumn@ por alumn@ preguntándoles qué querían
arreglo a su pago. Solo utilizando la media hora de la comida por
parte de todos los alumnos de año 12 y alguna hora libre al día,
que voluntariamente se ofrecía alguno, se trabajó hasta el límite.
Pero no era suficiente, después de más de un mes trabajando y a dos
días de la entrega de los corazones, chuches, piruletas,etc. el día
de San Valentín, nos dimos cuenta de un error que nos costó casi un
día entero solucionarlo: las piruletas y las chuches llevan un
corazón más pequeño que identifica a quién va dirigido cada uno,
pero no previmos qué le tocaba a esa persona. Esto quiere decir que
no anotamos si les tocaba una piruleta o un paquete de chuches.
Entonces claro, nos pusimos más de medio curso con TODOS los
corazones, más de 300, sobre la mesa mientras una persona leía el
nombre de la persona a quién le iba dirigido el encargo y qué debía
recibir.
Una vez finalizado
esto, tocó repartir por todo el colegio los pedidos con miedo a que
algún alumno nos reclamará la falta de su piruleta o carta. Por
suerte no fueron muchos, se solucionó el problema el mismo día de
la entrega. Los alumnos que pusimos más empeño en que todo saliera
adelante nos sentimos bastante satisfechos ya que todo trabajo tenía
su recompensa. Nuestra recompensa fue el recaudar más de 600 euros y
sentirnos orgullosos de haber podido contribuir a un buen fin.
Por Victoria Borja Y12V
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