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jueves, 25 de mayo de 2017

Aprendiendo a cocinar con los residentes de SAVIA.

  
 
Hace aproximadamente dos meses, hicimos una nueva visita a la residencia Savia para la tercera edad. Sin duda alguna, entre todas las visitas que hemos realizado, esa ha sido la mejor para mí, la más gratificante.
Normalmente, con los residentes solemos jugar al bingo, al parchís, etc. Ese día, fue un tanto especial porque nos dedicamos a cocinar, a realizar unas mini empanadillas muy sencillas y deliciosas. Durante ese día, cada uno de mis compañeros y yo nos situamos con un residente. La actividad, consistía en poner sobre la masa tortilla, salchichas, tomate, etc. Aunque parezca muy simple, todo eso a mí me llenó muchísimo personalmente por el hecho de que veías reflejado en sus caras lo mucho que estaban disfrutando.
Ya no se trata solo de esta actividad, sino que en cualquier otra ellos han sido capaces de hacerme ver la vida de otra forma, a valorar mucho más las cosas. Es muy gratificante ver la rapidez con la que te acogen y te hacen sentir como en casa. En mi caso, con la mujer con la que estuve ese día, no paraba de decirme lo mucho que le recordaba a su nieta y lo guapa que era, me hizo sentir muy bien. No paraba de contarme historias de cuando era joven, me recordó mucho a mi abuela, incluso me cogía la mano y todo sin apenas conocerme. Fue increíble.
Realizar actividades como esta, me ha hecho cambiar mi mentalidad por completo en cuanto a lo que es la residencia, mi imagen era una mucho más negativa. Ver a los residentes realizar esta actividad, me hizo muy feliz. Como en la residencia ellos no son capaces de cocinar, realizar ese mini aperitivo a mi residente en concreto le recordaba cuando le tocaba cocinar para toda su familia. También fue curioso ver cómo otras y otros residentes llegaban a comerse crudo alguno de los ingredientes. Me hicieron pasar un buen rato, la verdad.
Me resultan muy gratificantes las visitas a la residencia por el hecho de que, por ejemplo, mi residente en muchas ocasiones prefería dejarme a mí realizar esa actividad y verme hacerlo porque le llenaba de entusiasmo. También era muy grande el número de residentes los cuales no querían realizar la actividad y fue increíble para mí ver como gracias a la insistencia mía y de mis compañeros y compañeras se ponían a realizarla, incluso les veías disfrutar cuando estaban seguros de que por nada del mundo iba a realizar esa actividad.
Visitar la residencia me ha hecho crecer mucho como persona y darme cuenta de cosas como que, la vida pasa muy rápido, y hay que disfrutarla!! O al menos eso me dijo mi residente. Si por mi fuese, las visitas a la residencia no se dejarían de realizar nunca porque me ha demostrado que CAS no es una asignatura, sino que nos hace crecer como personas y hacer cosas por los demás. Esto no se aprende en ninguna asignatura.


 








 Por Paula Andrés Tarín, Yr. 12M





lunes, 16 de mayo de 2016

Y Por qué no, ¿Adela?








El viernes 13 de Mayo, todos los alumnos de Y12 hemos ayudado en la residencia Savia a elaborar croissants rellenos con chocolate blanco, negro  y, con jamón york y queso. 
A los residentes les hizo mucha ilusión ya que les recordaba a cuando ellos cocinaban o, simplemente,  cuando estaban en su casa y podían realizar este tipo de tareas o ayudar a sus parejas, hijos, hijas, etc.
 Yo, como parte de los alumnos ayudé a una 
 residente a preparar los croissants que, después serían cocinados en el horno de la residencia. Esta mujer fue muy buena conmigo,  ya que dada su edad y su limitación, pues tiene un cierto impedimento que le imposibilita mover la parte derecha de su cuerpo con facilidad, debido a esto le cuesta más hacer las cosas, pero puso mucho esfuerzo y supo hacerlo como el resto. Aunque lo más importante no fue que lograse hacer o dar forma a un croissant relleno, no, para mí fue que al principio ella quería participar pero tuvo un problema a la hora de colocarse un guante para poder manipular este alimento. Se enfadó, pues no le encajaba bien el guante que le dieron. Al ver esto, me acerqué a ella y le pregunté, tranquilamente, qué le pasaba. Ella me dijo que no quería ponerse ese guante, que le hacía daño o no le ajustaba bien. Yo le dije que no se preocupase que le traería otro guante de otra caja, pues había de varios tamaños y que seguro alguno le encajaría en su mano.
  Al final, ella aceptó ponerse el guante que le ofrecí y, además, quiso que le pusiese otro en la otra mano, pues quería estar completamente equipada para esta actividad, al igual que todos los demás. 
Juntos cogimos una porción de hojaldre, le ayudé a añadir una onza de chocolate y le dimos forma al croissant.
Después, una vez cocinados, nos comimos cada uno el suyo. Qué placer: olor, sabor y cooperación en un sólo croissant.
 
La sensación que te da ayudar a estas personas no se puede comparar con nada en el mundo, ya que te hace sentir bien, y los seres humanos estamos para ayudarnos los unos a los otros. Sobre todo aquellos que podemos y más aún los jóvenes, pues somos la piedra en la que se va a edificar nuestra futura sociedad.


by RAFA GONZÁLEZ Y12